martes, 2 de febrero de 2016

EL Modernismo en México



Historia


Los frailes españoles llegan a América imbuidos del misticismo religioso gestado durante los siglos de la edad media dotados de toda gama de símbolos y poderes para fundar la iglesia de Cristo en tierra de infieles; en tanto que predicadores de la nueva fe, su misión era difundir el catecismo cristiano y construir edificios donde se podrían satisfacer las tres grandes necesidades religiosas del movimiento
A fines del siglo XVI se pudieron contar más de doscientos cincuenta fundaciones conventuales, la mayoría de ellas de proporción y embergadura colosal, reflejo claro de la rapidez del proceso de adoctrinamiento a que fue sujeta la población.
El convento se presenta en el paisaje mexicano del siglo XVI con una interesante pluralidad de significado. Es antes que nada y en términos arquitectónicos la materialización extensiva de la cultura centroeuropea originada en el mediterráneo y enriquecida con las aportaciones llegadas del medio oriente y el norte de África.
Los representantes plásticos románticos, góticos islámicos y renacentistas son tomados por los frailes- arquitectos como elementos de un ámbito externo que sólo puede ser considerado en términos simbólicos- litúrgicos y no como expresión propia de un lenguaje estilístico



Podemos distinguir dos procesos de formación en la arquitectura modernista en México: el organicista y el geométrico

El punto básico de la estética modernista organicista es el concepto de unidad entre exterior e interior, coherencia estilística entre estructura, decoración y ornamentación; y en las artes aplicadas, una nueva calidad y dignidad de los objetos de uso, en oposición a la vulgaridad comercial provocada en la segunda mitad del siglo XIX por una producción industrial masiva.

La característica más importante del modernismo o Art Nouveau es la utilización de los nuevos materiales industriales como ornamentos (vidrio, hierro, concreto, mosaico producido en masa, etcétera) y su transformación a formas orgánicas, la mayoría de las veces asemejando plantas o materia orgánica. Ejemplos de esta corriente son: La Torre Eiffel, de Gustave Eiffel en París (1889), la casa Batlló de Antoni Gaudí i Cornet en Barcelona (1907) y las espectaculares entradas al metro de París de Héctor Guimard (primera década del siglo XX)

Este estilo en la arquitectura se empezó a implementar en México bajo la dictadura de Porfirio Díaz, aunque no de una manera «pura» ya que muchas veces quedó mezclada con otros estilos, formando la compleja «arquitectura porfiriana». Algunas muestras de este estilo se pueden encontrarse el día de hoy en la colonia Roma y Juárez de la ciudad de México

El otro estilo importante (y el que más influyó en la arquitectura post-revolucionaria) fue el «geométrico» o el que los estudiosos del arte identifican como Art Déco, como una abreviación del término francés Arts Décoratifs. Este estilo (también identificado como «Estilo años Veinte») es característico de la post-guerra, ya que se establece después de la exposición internacional de 1925 en París, dedicada a las «artes aplicadas e industrias modernas»

Sus características son: su predilección por la línea curva de trazo seco, los movimientos quebrados y/o angulosos y las formas encuadradas y geométricas en la arquitectura. Son de suma importancia, ya que van de la mano con el desarrollo de las corrientes vanguardistas como el cubismo, el constructivismo y el futurismo

El estilo de los años veinte no sólo afecta la concepción arquitectónica de los edificios, sino también a la idea del uso del suelo, ya que con la creación de condominios y edificios de oficinas las personas dejaron de adquirir «suelo», en términos literales. Como último punto vale la pena mencionar que el mayor desarrollo del estilo modernista Art Déco se dio en los Estados Unidos, en ciudades como Nueva York y Chicago.




    Inicio del modernismo en México 


El siglo XX puso a México, por primera vez en su historia, ante la posibilidad de ser contemporáneo de las naciones que decidían la orientación de la arquitectura en el mundo. Las primeras obras mexicanas de los novecientos son herederas en sus formas del pasado, aunque sean ya, muy avanzadas técnicamente hablando: el Palacio Postal, el Palacio de Comunicaciones, el nuevo Teatro Nacional y el frustrado Palacio Legislativo. Todas ellas fueron proyectadas por extranjeros, únicos capacitados para abordar su gran complejidad. Tienen estructura de acero y concreto, así como modernas instalaciones hidráulicas y eléctricas, ascensores y teléfonos. Su mismo lenguaje historicista no era percibido en aquella época como anticuado, sino como moderno.

La Arquitectura Mexicana contemporánea se caracteriza por un conjunto de facciones modernistas como lo es la plástica lineal de los volúmenes, los grandes ventanales longitudinales o el funcionalismo extremado. Nacida en la segunda mitad del siglo XX, se diferencia de todo tipo de Arquitectura existente puesto que utilizando referencias del movimiento moderno no hace uso de típico lenguaje neocolonial y californiano de las ciudades que lo circundan. El muralismo y el funcionalismo  son algunas de las principales tendencias de esta arquitectura. Con sus planteamientos racionalistas y antiacademicistas

En el siglo XX  la arquitectura Mexicana empieza a tener una identidad propia.

México dejó de depender mayoritariamente de Europa y buscó acercarse más a los Estados Unidos. Además de esto, corrientes como el marxismo empezaron a penetrar en la esfera intelectual del país cambiando drásticamente algunos antiguos cinturones de relaciones porfiristas. Como consecuencia, el arte también sufrió cambios, ya que gracias a la política nacionalista ahora debió popularizarse, y al hacerlo, retomó elementos unificadores que contribuirían a la creación de una historia nacional. Como ejemplo tenemos el legado de las culturas prehispánicas



Aunado a esto, México quería presentarse ante el mundo como un país confiable que había superado sus luchas intestinas y que tendía a superarse de manera democrática, siendo de suma importancia para la vida económica del país, ya que sin la confianza y reconocimiento de las potencias internacionales, México simplemente quedaba aislado del mercado mundial, como bien expresa Lorenzo Meyer. Una de las maneras para demostrar que México era un país nacionalista, pero a la vez abierto al mundo, era adaptar su estética artística (como ya se mencionó) y arquitectónica



México retomó los estilos «de moda» y los adaptó de una manera espectacular a su entorno. Entre estos estilos se encontraban el Art Déco de la escuela de Chicago y en menor medida el Art Nouveau franco-belga



Sin embargo, el modernismo en México no se limitó a la construcción de edificios gubernamentales y públicos. Dos sucesos importantes al que se enfrenta la ciudad en estos años son, sin duda, la migración y el crecimiento de los suburbios –cabe mencionar que empiezan con Cárdenas y aún hoy están vigentes–, por eso, el modernismo reflejado en la arquitectura urbanística es muy especial. Se puede ubicar claramente en las colonias Juárez, Condesa, Centro, Churubusco, Roma sur, Nápoles, Romero Rubio, Guerrero (en su parte norte), Santa María la Ribera (en su parte norte también) y Tlalpan



Finalmente, el modernismo era la salida del estancamiento, no sólo en México, sino en otros países industrializados de América Latina. En México, esta corriente no sólo se presentó como un voltear a ver a Estados Unidos huyendo del oscuro pasado de la dictadura y su influencia europea, sino también como un voltear al mundo desde un país democrático consolidado, a la vanguardia y listo para el devenir.





Referencia Bibliografica 

                                       
http://cuadrivio.net/academia/la-arquitectura-modernista-en-la-ciudad-de-mexico/#_edn14

http://erika-arquitecturaenmexico.blogspot.com/2010/11/historia-de-la-arquitectura-mexicana.html

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